Investigación UBB relaciona deficiencia energética en viviendas sociales y un escenario critico en invierno a raíz del COVID-19
Un reciente estudio fruto de un proyecto Fondecyt Postdoctoral que llevan a cabo investigadores de la Universidad del Bío-Bío liderado por el académico del Departamento de Ciencias de la Construcción de la Facultad de Arquitectura, Construcción y Diseño Dr. Alexis Pérez Fargallo sobre pobreza energética advierte un escenario crítico en la salud de la población local en invierno a raíz de una insuficiencia en la adecuada calefacción de las viviendas que pueda afectar el riesgo de sufrir enfermedades respiratorias y aumento en los gastos médicos.
El objetivo que tuvo esta investigación fue evaluar las temperaturas de las viviendas con un modelo de confort térmico adaptativo creado para los usuarios de viviendas sociales y, establecer su relación con el estado de la vivienda, los sistemas de calefacción, el gasto en energía y medicamentos, las enfermedades respiratorias y otras variables”, afirma el Dr. Alexis Pérez.
Este estudio está basado en el monitoreo a 41 viviendas sociales ubicadas en la región del Biobío y se encuestó a 112 residentes, los que forman parte de los resultados del proyecto Fondecyt 3160806 en el que han participado Sergio Contreras del Departamento de Estadística de la UBB y José Alí Porras de la Universidad de Costa Rica, una iniciativa apoyada por la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado.
El estudio indica que existe un amplio porcentaje de personas que viven en viviendas sociales con temperaturas inferiores a los 14ºC. Más de un tercio de los encuestados no cuentan en sus viviendas con la calidad constructiva y/o la capacidad económica necesaria para un adecuado confort, lo cual indica que estamos ante problemas asociados con pobreza energética.
El estudio entiende la pobreza energética como la dificultad de los hogares para mantener unas temperaturas mínimas y satisfacer sus necesidades energéticas a un costo asequible.
El estudio detectó entre los participantes tres grupos sociales en relación al confort térmico. El primer grupo formado por quienes cuentan con viviendas en buen estado, con un gasto en energía superior a $70.000 mensuales lo cual permitiría alcanzar un confort térmico adecuados. Este grupo respondió con menos personas enfermas por problemas respiratorios durante el último año.
El segundo grupo corresponde a usuarios cuyas viviendas y gasto en energía hacen que sus condiciones de confort sean intermedias (Las horas en disconfort son menores al 35%), su gasto en energía se encuentra entre $30.000 y $70.000 y enferman entre 2 y 3 veces al año.
Y el tercer grupo, se encuentra formado por personas menos favorecidas, residen en hogares con temperaturas bajas debido a su mal estado. Lo que redunda en un mayor impacto en la salud, pues el estudio indica que se han enfermado más de tres veces el último año con gastos médicos superiores a $20.000. Dentro de este grupo se encuentran los adultos mayores de 60 años quienes reportan un mayor número de enfermedades respiratorias y un mayor gasto en medicinas, pero también son las personas de menores ingresos debido a su franja de edad y por tanto, los más vulnerables.
Lo anterior – indica el Dr. Alexis Pérez- se ha asociado con la posibilidad de contraer enfermedades especialmente en las épocas frías del año o por el uso de energías que pueden liberar humedad y agentes contaminantes al ambiente como la leña o la parafina.
Existen diferentes estudios que han analizado la relación entre el ambiente interior y las posibles enfermedades que se pueden contraer, especialmente en las épocas frías. A bajas temperaturas interiores, los usuarios, especialmente los adultos mayores, tienen un mayor riesgo de contraer enfermedades respiratorias. En altas temperaturas interiores también existen riesgos para la salud”, comenta el investigador UBB.
“El objetivo que tuvo esta investigación fue evaluar las temperaturas de las viviendas con un modelo de confort térmico adaptativo creado para los usuarios de viviendas sociales y, establecer su relación con el estado de la vivienda, los sistemas de calefacción, el gasto en energía y medicamentos, las enfermedades respiratorias y otras variables”, afirma el Dr. Pérez.
Los modelos de confort adaptativo se basan en la tendencia natural de las personas a adaptarse al medio ambiente. A diferencia de otros estándares de confort, permiten un rango más amplio de temperaturas. Este nuevo modelo es aplicable en viviendas sociales ubicadas en el centro-sur de Chile, cuando otros modelos no pueden representar adecuadamente las expectativas térmicas de los residentes de bajos ingresos. Este modelo apunta a reflejar mejor la tendencia de estos usuarios a adaptarse a las condiciones exteriores, cuando la calefacción apenas se usa debido a sus limitaciones económicas.
Los resultados –continúa el investigador UBB- muestran que en las viviendas sociales del centro-sur de Chile (Gran Concepción) un tercio de los encuestados no fueron capaces de mantener su vivienda en confort al menos el 80% del tiempo y más de una quinta parte fue incapaz de hacerlo al menos el 65% del tiempo. Solo un 10% de los que fueron capaces de mantener el confort más del 90% gastando aproximadamente $30.000 pesos chilenos lo cual representa aproximadamente el 10% del sueldo mínimo en Chile.
El tiempo en confort –es el tiempo en el que se expresa la satisfacción con el ambiente térmico- se encuentra relacionado con la calidad constructiva de la vivienda y la capacidad de gasto en energía para alcanzar una adecuda satisfacción térmica.
La pobreza energética –resalta el investigador UBB- ha atraído la atención de la comunidad científica y la sociedad en las últimas décadas debido a sus implicaciones políticas y sociales. “Existe un amplio consenso de que la pobreza energética nace como consecuencia de los altos precios de la energía, los bajos ingresos familiares, edificios con una baja eficiencia energética, electrodomésticos ineficientes”.
Vivir en pobreza energética está asociado con una serie de consecuencias adversas para la salud física de las personas, asegura el Dr. Alexis Pérez.
“Existen diferentes estudios que han analizado la relación entre el ambiente interior y las posibles enfermedades que se pueden contraer, especialmente en las épocas frías. A bajas temperaturas interiores, los usuarios, especialmente los adultos mayores, tienen un mayor riesgo de contraer enfermedades respiratorias. En altas temperaturas interiores también existen riesgos para la salud”, comenta el investigador.
Diferentes reportes han confirmado que existen condiciones térmicas del ambiente que pueden propiciar el desarrollo de diferentes enfermedades, la OMS recomienda temperaturas entre 18°C – 23°C. Bajo 16ºC aumenta el riesgo de enfermedades respiratorias y bajo los 12ºC de enfermedades cardiovasculares.
Diferentes reportes han confirmado que existen condiciones térmicas del ambiente que pueden propiciar el desarrollo de diferentes enfermedades, la OMS recomienda temperaturas entre 18°C – 23°C. Bajo 16ºC aumenta el riesgo de enfermedades respiratorias y bajo los 12ºC de enfermedades cardiovasculares.
En Chile, donde la cobertura eléctrica es cercana al 100%, el problema es la imposibilidad de pagar la energía requerida para mantener la vivienda a temperaturas adecuadas como se ha evidenciado en varias de las viviendas que participaron en el estudio. Además, la normativa actual en Chile para la construcción de viviendas sociales no contempla la instalación de sistemas de calefacción o refrigeración. Por tanto, los usuarios optan por la energía más económica, por ello, el 80% de los hogares del sur de Chile usan leña puesto que su costo puede ser entre 4 y 7 veces más económico que otros combustibles lo que genera importantes problemas de contaminación y de salud.
En 2014, el Ministerio de Energía del Gobierno de Chile presentó la Agenda de Energía, en la cual una de las tareas principales era diseñar y ejecutar una Política Energética a largo plazo que contara con validación social, política y técnica con el objetivo de reducir la pobreza energética a un 50% para el 2035 y completamente para 2050.
El modelo de confort térmico empleado –asegura el Dr. Alexis Pérez- puede ayudar a evaluar situaciones de pobreza energética, identificando aquellas viviendas que se encuentren más de un 10% del tiempo bajo su límite inferior de confort como incapaces de invertir en energía lo suficiente para obtener una temperatura aceptable que reduzca el riesgo de sufrir enfermedades respiratorias y reducir los gastos médicos.
Lo anterior es aún más crítico en la situación que nos encontramos frente al coronavirus, ya que encontrarse en un buen estado de salud es vital en estos momentos, acota el nvestigador.
Principales orientaciones de este estudio
Esta investigación tiene implicaciones directas en la industria de la construcción y las políticas para definir y medir la pobreza energética de las viviendas sociales en Chile, especialmente en lugares más fríos.
El análisis indica que existe una alta vulnerabilidad energética entre los usuarios encuestados puesto que para alcanzar un menor riesgo de sufrir enfermedades relacionadas con las bajas temperaturas el consumo energético debe ser mayor a $70.000 mensuales lo que es más del 20% del salario mínimo en Chile.
“Queda claro que futuras investigaciones sobre pobreza energética debieran establecer requisitos y prácticas de construcción que eviten las temperaturas bajo el umbral mínimo definido con el menor consumo de energía para los ocupantes y la generación de programas en viviendas existentes para mejorar su confortabilidad térmica en base al modelo de confort térmico empleado en esta investigación”, concluye el investigador Alexis Pérez.
Este trabajo está respaldado por el Grupo de Investigación: Confort Ambiental y Pobreza Energética (+CO-PE) UBB que lo integran las investigadores de la Facultad de Arquitectura, Construcción y Diseño, arquitectas Dra. Maureen Trebilbock, Dra. Beatriz Piderit, Dra. Paulina Wegertseder y el académico del departamento de Ciencias de la Construcción Dr. Alexis Pérez Fargallo, y el investigador del Departamento de Ciencias Sociales de la UBB el académico Dr. Eduardo Solís. Además, este estudio, ha sido aceptado en la prestigiosa revista científica Energy and Buildings para su publicación.
Este trabajo está respaldado por el Grupo de Investigación: Confort Ambiental y Pobreza Energética (+CO-PE) UBB que lo integran las investigadores de la Facultad de Arquitectura, Construcción y Diseño, arquitectas Dra. Maureen Trebilbock, Dra. Beatriz Piderit, Dra. Paulina Wegertseder y el académico del departamento de Ciencias de la Construcción Dr. Alexis Pérez Fargallo, y el investigador del Departamento de Ciencias Sociales de la UBB el académico Dr. Eduardo Solís. Además, este estudio, ha sido aceptado en la prestigiosa revista científica Energy and Buildings para su publicación.
Fuente: VRIP Comunicaciones