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Fondecyt UBB analizará la resiliencia comunitaria ante el riesgo de incendio forestal desde la Psicología Ambiental Comunitaria

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El académico del Departamento de Ciencias Sociales, Dr. José Sandoval Díaz, director del Centro de Estudios Ñuble de la Universidad del Bío-Bío, lidera el proyecto Fondecyt Regular N°1250716, titulado “Resiliencia comunitaria en población de la interfaz urbano-rural expuesta al riesgo de incendio forestal: Aproximaciones desde la psicología ambiental comunitaria”. Esta investigación da continuidad a su anterior proyecto Fondecyt de Iniciación N°11200683, el cual se centró en la relación entre vulnerabilidad y resiliencia, entendida esta última como la capacidad de agencia de personas y comunidades frente a contextos de riesgo.

“A nivel institucional, SENAPRED ha sido un aliado estratégico fundamental. Esta institución, responsable de la coordinación nacional de la gestión del riesgo de desastres, ha facilitado el contacto con encargados de gestión del riesgo de emergencias a nivel municipal, quienes son actores clave para entender el territorio desde su exposición y capacidad de respuesta”, Dr. José Sandoval.

El Dr. Sandoval explicó que la investigación se enmarca en la intensificación de los incendios forestales y en los profundos impactos que estos han generado, especialmente en la zona centro-sur de Chile durante los últimos años. En este contexto, el proyecto pone el foco en una capacidad colectiva fundamental: la resiliencia comunitaria.

“Buscamos estudiar cómo las comunidades altamente expuestas -y con condiciones de susceptibilidad diferenciada- a incendios forestales, especialmente en las regiones de Ñuble y Biobío, desarrollan capacidades colectivas para anticipar, responder, adaptarse y recuperarse ante estos eventos. Consideraremos como variables predictoras tanto sus experiencias previas como diversas dimensiones psicosociales, tales como la percepción de riesgo, las cosmovisiones ambientales y la implicancia personal”, señaló.

El estudio se desarrollará en las provincias del Itata y del Bío-Bío, territorios que figuran entre los más afectados por incendios forestales y que presentan un alto índice de riesgo según el Atlas de Riesgo Climático del Ministerio del Medio Ambiente.

El proyecto entiende la resiliencia comunitaria como un conjunto de capacidades colectivas adaptativas, articuladas en distintos niveles y escalas. Entre estas destacan la regulación emocional, la eficacia colectiva y el bienestar y capital social, dimensiones que el estudio busca relevar. Desde el enfoque de la Psicología Ambiental Comunitaria, se enfatiza la importancia de comprender no solo las acciones adaptativas concretas, sino también las condiciones socioespaciales y dimensiones psicosociales que posibilitan dichas acciones en contextos de riesgo.

Aunque el proyecto se sustenta disciplinariamente en la psicología, propone un enfoque interdisciplinario para el análisis y gestión del riesgo de desastre. Se promoverá un diálogo activo con áreas como la geografía, los estudios ambientales, la sociología y con instituciones públicas sectoriales como SENAPRED, CONAF y los municipios, con el objetivo de integrar saberes, metodologías y estrategias de preparación comunitaria. “Este es un proyecto de tres años, con una metodología mixta, orientado a generar conocimiento tanto básico como aplicado, que contribuya a la comprensión académica del riesgo desde las comunidades, así como al fortalecimiento de estrategias psicoeducativas de preparación y respuesta comunitaria frente a incendios forestales”, señala el Dr. Sandoval.

Horizonte de desarrollo de tres años

El proyecto contempla tres etapas articuladas.Durante el primer año, de enfoque cuantitativo, se llevará a cabo el diseño y validación de instrumentos y la aplicación de encuestas con el fin de probar un modelo preliminar de resiliencia comunitaria. Este modelo considerará como variables predictoras y mediadoras distintas dimensiones psicosociales previamente identificadas, tales como la percepción del riesgo, el empoderamiento comunitario y las cosmovisiones ambientales.

En esta fase se identificarán distintas trayectorias de la resiliencia, tomando en cuenta factores como el grado de exposición al riesgo, la experiencia previa (directa o indirecta) y el tiempo de residencia en zonas afectadas. Desde una perspectiva socioespacial, se pondrá especial énfasis en el análisis de la interfaz urbano-rural, al ser un entorno crítico donde convergen áreas residenciales, vegetación inflamable y actividades de carácter extractivo, configurando escenarios de alta vulnerabilidad ante incendios forestales.

Durante el segundo año, el proyecto se centrará en profundizar cualitativamente en las trayectorias diferenciales de resiliencia identificadas en la fase inicial. A partir de los perfiles construidos, se realizarán entrevistas en profundidad y grupos focales, con el objetivo de comprender cómo se configuran las capacidades resilientes. Se analizarán los factores facilitadores y las barreras que inciden en la organización comunitaria, la confianza en las instituciones de GRD y la percepción del entorno como dimensiones clave del afrontamiento colectivo ante el riesgo.

En el tercer año, se desarrollará un modelo de resiliencia comunitaria frente al riesgo de incendios forestales, con carácter explicativo y predictivo, pero orientado también a una comprensión situada de los procesos comunitarios. Este modelo integrará los hallazgos cuantitativos y cualitativos, y permitirá identificar los factores que condicionan, facilitan o limitan las respuestas resilientes, considerando dimensiones individuales, contextuales, comunitarias y territoriales. Su validación se realizará con actores comunitarios e institucionales, y dará origen a propuestas concretas destinadas a fortalecer la preparación, respuesta y recuperación comunitaria.

Desarrollo de capacidades psicosociales

El Dr. José Sandoval señaló que gran parte de la literatura y las intervenciones psicológicas en contextos de desastre se han centrado históricamente en la atención en crisis, dejando de lado el fortalecimiento sistemático de capacidades comunitarias orientadas a la preparación y respuesta ante emergencias.

“Nuestra intención no es solamente validar un modelo teórico de resiliencia aplicable al contexto de incendios forestales, sino también propiciar instancias concretas de desarrollo de capacidades psicosociales, tales como la eficacia colectiva, la cohesión social o la percepción del riesgo; dimensiones que ya venimos trabajando en el marco del proyecto INNOVA FOSIS Coelemu Resiliente”, indicó.

En esta misma línea, el investigador destacó la importancia de la continuidad en el trabajo con comunidades con las que se han establecido vínculos previos bajo el proyecto FOVI/ANID 230212, promoviendo una lógica de acompañamiento territorial y fortalecimiento sostenido. “En ese sentido, el rol articulador del Centro de Estudios Ñuble ha sido fundamental para consolidar relaciones de confianza con actores locales e institucionales”, agregó.

Asimismo, enfatizó la colaboración sostenida que el equipo de investigación mantiene con instituciones clave en el ámbito de la gestión del riesgo de desastre, particularmente con SENAPRED. A través del Centro de Estudios Ñuble, el equipo forma parte de la Mesa Regional de Salud Mental y de la Plataforma Regional de Gestión del Riesgo de Desastres. “Esta articulación ha permitido que nuestra investigación no se limite a la producción científica, sino que establezca un diálogo directo con los instrumentos de política pública que orientan la intervención psicosocial a nivel regional y nacional”, señala el Dr. Sandoval.

Articulación académica e institucional

El proyecto se desarrolla en colaboración con investigadoras de la Universidad de Concepción y de la Universidad Santo Tomás, así como con académicos internacionales de Ecuador, Países Bajos y Colombia, con quienes se comparte una trayectoria investigativa centrada en la psicología ambiental y comunitaria.

“A nivel institucional, SENAPRED ha sido un aliado estratégico fundamental. Esta institución, responsable de la coordinación nacional de la gestión del riesgo de desastres, ha facilitado el contacto con encargados de gestión del riesgo de emergencias a nivel municipal, quienes son actores clave para entender el territorio desde su exposición y capacidad de respuesta. Además, la experiencia en terreno ha permitido reconocer la importancia de otras instancias locales, en particular las Direcciones de Desarrollo Comunitario (DIDECO). Estas oficinas no solo manejan información sobre las condiciones de vulnerabilidad social, sino que también poseen un conocimiento valioso sobre el nivel de organización, cohesión y preparación de las comunidades”, señaló el Dr. Sandoval Díaz.

El investigador UBB enfatizó que, si bien las variables de exposición, vulnerabilidad estructural e injusticia espacial son fundamentales para entender los procesos de riesgo de desastre, también es crucial visibilizar aquellas capacidades de agencia que existen en las propias comunidades, muchas veces sin ser reconocidas por ellas mismas ni por las instituciones. “Desde esta perspectiva, el concepto de resiliencia comunitaria permite relevar y reconocer saberes, prácticas y aprendizajes locales que emergen frente a situaciones de riesgo. Los procesos de riesgo de desastres requieren políticas públicas, infraestructura adecuada y estrategias de mitigación, pero también es esencial considerar que las comunidades poseen conocimientos, prácticas territoriales y formas de organización que pueden ser potenciadas”, ilustró.

Sin embargo, el Dr. Sandoval advirtió que no se pretende idealizar o romantizar las respuestas comunitarias. Parte del desafío consiste también en identificar prácticas que, si bien fueron útiles en contextos pasados, podrían resultar desadaptativas frente a escenarios actuales o futuros, marcados por el cambio climático, conflictos socioambientales y dinámicas societales complejas.

Fuente: UBB

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